Nos avisan que el 24 de Marzo se celebró El Día del Planeta en muchas ciudades del mundo. Es decir, esto es como si en la casa de Pablo Rascarrabias, el buen Pablo celebrara el Día de No Pegarle a Su Señora. A mucha gente emocionalmente confundida le encanta crear este tipo inutilidades como si fueran el primer paso a un cambio en el comportamiento humano o la implantación de una semilla que va a germinar transformando el caos en un paraíso.
Entender la naturaleza humana es lo imprescindible para guiarla hacia mejores cosas. Todo lo demás es música e ilusiones.
Mientras Ucrania se sigue desplomando entre sus escombros y los ucranianos de a pie sufren todos los horrores de la guerra y la destrucción, los idiotas a cargo de cuidarlos y protegerlos dedican sus mejores esfuerzos en los discursos, al tiempo que van por ahí mendigando por ayuda para defenderse de un enemigo absoluta y proporcionalmente imbatible.
El orgullo, la soberbia (que aquellos le llaman honor, patriotismo) no les permite vislumbrar la realidad. Sus egos exaltados los llevan por el camino de la desgracia que pagan los hombres, mujeres y niños de una patria desolada.
Mientras la digitalidad y la inteligencia artificial se extienden a cada rincón de la Tierra, el ser humano deambula por la vida en la búsqueda de algo que lo rescate del tedio de una existencia carente de horizontes lúcidos o coloridos.
Trump, es un saltimbanqui, un titiritero que nos demuestra que el más alto puesto del poder en un imperio del porte de los Estados Unidos no se consigue a partir de buscar una mejor vida para los ciudadanos ni la paz para su país. El triunfo se consigue gracias a la propaganda de las falsedades en dirección inequívoca a la estupidez de las grandes masas ansiosas por basura mediática. Igualmente, se consigue con el show de bulliciosas manifestaciones exóticas plagadas de mentiras, con la vociferada exposición de culpables (sin importar que no lo sean), con la desfachatez como si fuera osadía, con la desvergüenza como si fuera valentía, con el cinismo como si fuera una cualidad o con la fanfarronería como si fuera modestia.
¿Entonces, todo esto le funciona a Trump para lograr sus objetivos? A veces sí, a veces no. Pero, eso no tiene demasiada importancia para él mientras tenga gran concentración de poder. Porque, en tales condiciones y con tal ventaja, lo suyo es el camino del abismo, es aquello indescifrable que está escrito a fuego en lo que algunos le reconocen como su obra cumbre de la estrategia comunicacional, la "Teoría del Loco".
