Su habilidad con el balón era una cosa impresionante. Francisco Canales, tenía apenas 12 años y ya deslumbraba a todos aquellos que lo iban a ver jugar en las competencias del barrio que cada domingo reunía a una buena cantidad de aficionados. Entre ellos estaba don Edson Salabarrieta, una especie de empresario del futbol al que le habían dado el dato de un niño que, según decían, era aún mejor que Alexis Sánchez cuando éste era el mejor “Niño Maravilla” que el futbol había conocido.
El hombre, estaba acostumbrado a escuchar las exaltaciones y
desvaríos de las personas cuando hablaban de las habilidades de tal o cual
nuevo Messi o emulo de Cristiano o algún
igualito a Ronaldinho.
Por lo general, se trataba de chicos con ciertas destrezas y
pericias con el balón, pero que solo eran muchachos habilidosos que sabían poco
y nada de futbol y que a duras penas tenían un prosaico concepto acerca de qué
se trataba el juego.
Don Edson, entendía que el largo viaje de un niño con un cierto
talento hasta transformarse en un proyecto real, era una apuesta que por lo
general se quedaba trunca en alguna etapa. Más allá de las habilidades, pesaban
otras cosas: la cabeza, la disciplina, la familia, los amigos, las mujeres, la
fama, la prensa, el alcohol, las drogas... y un largo etcétera de otras
influencias que lo echaban todo a perder en cualquier etapa del desarrollo.
Ya instalado en la gradería atestada de gente, don Edson vio al
sucedáneo del Niño Maravilla mientras caminaba por la cancha y pensó que aquel
chico tenía toda la pinta de un típico mocoso bueno para la pelota y pichanguero.
Abrió el expediente, miró la fotografía y luego observó al muchacho. Su
postura, su manera de moverse, su estilo desgreñado, su forma de mirar con un
par de ojos grandes y encendidos, amén de un cierto talante, un aire entre
travieso y descarado, estaban perfectamente representados en el rostro de la
foto. Y qué decir de su forma de jugar.
Cada vez que se hacía de la pelota, se pasaba a la mitad del equipo
contrario, y en el camino iba haciendo una exhibición de piruetas, trucos,
fantasías y otras marrullerías propias de quien disfruta la ostentación de sus
habilidades. Cuando le daba por querer hacer un gol, se adelantaba en la cancha
y una vez que recibía la pelota cerca del área rival, no había forma de pararlo
ni él tampoco la soltaba sino hasta cuando la hacía ingresar en el arco
contrario con algún toque extra, ya fuera una delicadeza o algún lujo escénico.
Su forma de ser y de exhibirse producía escozor y urticarias en
las huestes contrarias, casi tanto como admiración en las propias.
A don Edson le resultó más que evidente que aquel fanfarrón era un
extraordinario “pelotero”, pero que requeriría de un gran esfuerzo para
transformarlo en un verdadero jugador de fútbol, amén de un largo e incierto
camino que recorrer para intentar hacer de él una estrella.
Después del partido, Francisco apareció en la cafetería y se presentó con don Edson que lo esperaba en una de las mesas.
Hola, señor, soy Francisco Canales
Siéntate, muchacho – dijo,
saludándole con un apretón de manos sin mucho entusiasmo
Francisco, era un chico de espíritu travieso y que siempre estaba
atento a las señales de todo lo que se movía a su alrededor. No tenía muchas
ganas de estar ahí.
Muchacho – le habló mirándole directamente a los ojos - ¿Sabes de
qué se trata el futbol?... ¿Entiendes cuál es la idea del juego?
Francisco, pensó que aquel sujeto era un tipo extraño que hacía
preguntas bobas
Claro, poh
¿Cómo claro poh? - asomaron chispas
en sus pupilas - ¿Qué significa eso?
Digo... sí poh... O sea,
sí sé...
¡No me digas! ¿Y podrías
explicármelo, así de manera sencilla?
El chico creyó que aquel hombre le estaba tomando el pelo
Esteee... es como todos
los juegos... Se trata de ganar o perder... Se trata de llevar la pelota y
meterla en el arco del rival más veces que el rival en el arco de uno...
Yaaa... ¿Y qué más?
Hay que tener un
arquero, defensas, mediocampistas y delanteros... Son once en total...
Yaaa... ¿Y qué más?
Francisco, empezaba a creer que aquel fulano, en realidad, le estaba
tomando el pelo
Esteee... hay que
manejar la pelota para tenerla y saberla llevar... Hay que presionar al que la
tiene cuando uno la pierde o se la quitan...
Yaaa... ¿Y qué más?
Francisco, puso cara de fastidio
¡Na más poh! Eso es
todo...
¡No me digas! - en una ráfaga lo
invadió esa ardiente energía de la impaciencia que lo transportó a su sillón de
la sala, la pantalla de 80 pulgadas, el partido de Vidal, Alexis y la cerveza
de 500 cc bien fría
Bueno, creo que hasta
aquí no más llegamos con la entrevista, muchacho. Muchas gracias
Ya no más – Francisco, se
paró de un golpe y le dio la mano a la rápida – Hasta luego...
Chao
Pensó que aquel pajarón no era más que otro de los tantos pavos
buenos para la pelota que nunca llegan más allá de las juveniles porque se
pierden en el camino del fútbol y en su futuro se puede vislumbrar que
terminarán de obreros de cualquier cosa y deslumbrando a los del barrio cada
domingo en la cancha de tierra de la pobla.
También pensó que estaba cansado de hacer los mismos pronósticos
porque raramente se equivocaba y eso le causaba desazón. Aunque, claro, faltaba
lo que dijera su mujer.
La búsqueda del gran prospecto era una cosa que cada día que
pasaba se le hacía más cuesta arriba. Se daba cuenta que ya no sentía la misma
pasión ni tenía la misma energía.
Cuando llegó a su casa, se fue directamente hacia la gran pantalla
de 80” que era la última maravilla uhd 4k. La sala brillaba y tenía ese olor a
limpieza impecable con que su mujer adicta a la higiene mantenía cada rincón de
la casa.
Junto con pulsar el interruptor del control remoto, fue hasta el
refrigerador, sacó la botella de cerveza y luego se dejó caer en el sillón.
Doña Marcela, apareció como un fantasma para levantar la cerveza
recién puesta sobre la mesita y ponerle su respectivo posavaso.
¿Y...cómo le fue con el
muchacho?
Naaaaa... no pasó
nada – exclamó de malas ganas
A ver... muéstreme la
foto
Le señaló con un gesto la carpeta sobre el recibidor. Doña Maice,
clavó su aguda mirada en el rostro del chico.
¿Cómo no pasó nada? - exclamó la mujer
sosteniendo la fotografía entre sus dedos - ¿Acaso usted dejó ir a este muchacho, mijo?
El chico está bien, pero
no me da el cuero para enderezarlo... es otro pajarón bueno para los picados y
las pichangas... No pasa nada...
Yo, fíjese, veo a un
muchacho muy prometedor...
Don Edson, sintió un escalofrío. Su mujer era casi peor que una
bruja. Raramente se equivocaba con sus intuiciones.
¿Está segura, mija?...
¿Puede ver eso en ese pajarón?
Bueno, mijo, usté ya
sabe que no le diría una cosa si no fuera porque hay algo que me lo dice...
¡Putamadre, Maice!...
Estoy como sin ganas, fíjese...
Entonces, no haga nada,
mijo... Déjelo pasar...
¡Me cago! Capaz que me
arrepienta...
Entonces ¡Hágalo,
mijo!...
Puta no sé... Es que no
tengo ganas...
Doña Marcela, lo miró con ojos de amor y otro tanto de decepción.
¿Sabe qué...?, Tómese su
cerveza tranquilito, vea el partido y olvídese de este pajarón. Acuérdese que
ya se ha arrepentido como veinte veces y no salió ningún Maradona de todo ese
lote...
Tiene razón, mija.
Apenas aparecieron en la pantalla los nombres de Alexis y Arturo
entre los titulares, don Edson se olvidó completamente de sus aprensiones y del
prospecto aquel.
Doña Marcela, lo contempló por unos segundos desde el umbral de la
cocina. Entonces, sacó la fotografía del bolsillo de su delantal y la observó
detenidamente. Meneó su cabeza varias veces.
¡Ay, mijo!, de este
pajarón sí que se va a arrepentir – exclamó en voz alta
Francisco Canales, la gran estrella del Manchester United y
goleador indiscutido de la Premier, soltó la carcajada
¿En realidad fue así
como pasó, don Edson?
Sí, es verdad. Lo que
pasa es que la Maice nunca me dijo que ella sabía que yo la había escuchado,
porque justo en el momento que hizo el comentario, estaban dando comerciales...
jajaja... mi vieja era muy ladina... jajaja
Bueno, entonces yo debo
estarle agradecido a la doña, que en paz descanse
Mira Francisco, ya han
pasado 10 años, 4 meses y 22 días desde que te fui a buscar a tu casa y casi
exactamente el mismo tiempo desde que la Maice tuvo la mala idea de morirse,
así de un golpe...
¿O sea, ella nunca supo
que usted fue a buscarme?
Don Edson, acomodó su espalda en el confortable asiento del palco
vip del Old Trafford Stadium antes de contestar
¿La Maice?... Viva o
muerta, estoy seguro que sabía... Jajaja
