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El Sexo Débil y los Adminículos que Vibran y Ronronean

                           

                                      


Parte 1

        Las mujeres ansiosas por disfrutar de los placeres ardientes del sexo sin la necesidad de integrar a un machote peludo en la ecuación, han descubierto las excitantes delicias de los videos, la lectura porno y los adminículos a pilas para concentrarse en el aprendizaje del auto-gozo sin nadie que moleste, obligue, apremie o les eche a perder su particular conexión con su sexualidad. 
Es que en el íntimo espacio de los gemidos y devaneos, también se ha adentrado el espíritu libertario de las mujeres y la demanda por sus derechos que, en apariencia, eran del dominio absoluto de machos alfa y de otros especímenes de la fauna humanoide.

      La lucha mujeril por sus derechos ha sido una batalla larguísima y de lento cocimiento. Una lucha que ha requerido milenios de esfuerzos y la labor de mujeres brillantes que, paso a paso, milímetro a milímetro, se fueron adueñando de los pequeños territorios que el hombre, en su infinita estupidez, les fue dejando conquistar. 
Claro que, como la raza masculina ha sido siempre mucho más cazadora, guerrera, invasora, que sensata, previsora y consecuente, los peludos no se dieron ni cuenta cuando las mujeres ya se habían hecho de la economía de la casa y tomado el control de una buena parte de las cuentas y los ingresos del “ex-jefe” del hogar, y de ahí en adelante se fueron volviendo ejecutivas, gerentas, diputadas, senadoras, y a la vuelta de la esquina ya eran presidentas de bancos, de instituciones gubernamentales y Jefas de Estado.

      La mujer, había roto el cascarón y abandonado su esclavizante rol de simple dueña de casa, y de paso había encontrado el camino a su propio desarrollo como persona, gestora y creadora de riqueza. Era el comienzo del nuevo matriarcado, una gesta del poder femenino que también se ha volcado a la liberación sexual y el inicio de cierto desprecio a los roles tradicionales de ser novia, amante o señora de tal o cual. Tanto así, que muchas féminas han optado por la inseminación artificial en vez de tener que emparejarse, revolcarse y soportar los chistes malos de un tipo cargante con 3 rones encima. Las futuras madres prefieren un bebé originado por el espermatozoide campeón proveniente de un galán que aparece en un catálogo y que trae un currículo (más otras bondades proporcionalmente interesantes) que ya se los quisiera Brad Pitt o el mismísimo George Clooney.

      Así las cosas, las chicas de hoy se han lanzado a la vida con todo. Mandan, dirigen y gobiernan sin un ápice de aquellos mohines babosos de las mujeres lloronas de antaño que hipiaban por cualquier cosa, y que el hombre -con un puro ademán- las ponía a cambiar el menú o a detener los trabajos de aseo y limpieza que pudieran desconcentrar al dios en el flujo de sus pensamientos o a darse una ducha de urgencia para cumplir con las ansias del macho en repentino estado de excitación eréctil.

      Ahora, las mujeres no lloran ni en los velorios ni te sueltan minutos (¿dije segundos?) de amor a los jadeos, a menos que anden con la tontera o que les bajen los ardores después de una cena en algún restaurante de moda y donde, en un arrebato de inspiración, el macho se haya lucido con gestas intelectuales, anécdotas fenomenales e hilarantes chistes de última generación en los bajativos. Recién ahí, a algunas chicas de la fauna ejecutiva les entran las cosquillas. Entonces, les da por mirar con ojos soñadores y hacer gala de esa risa tonta que las pone flojas de caderas y con ganas de cumplir con el ardiente llamado de la selva y sus consecuentes urgencias deliciosas.




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