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CASTANEDA: Las 3 Categorías de Seres Humanos

                                     

   
       
    Don Juan Matus, chamán y brujo, nació en Arizona de ascendencia indígena Yaqui y Yuma. Vivió en la orfandad desde su infancia debido a que en las guerras Yaqui sus padres fueron asesinados. Ya como adulto y a causa de su forma de vida pendenciera - y su horrible carácter - fue herido de muerte por un disparo. En la agonía fue rescatado por un chamán que lo curó y luego lo llevó, en contra de su voluntad, con trucos y artimañas, para convertirlo en su protegido y luego en un guerrero, un “hombre de conocimiento” y chamán

    Tiempo después, Don Juan, siguiendo el legado ancestral de los chamanes, acogió como su discípulo a Carlos Castaneda (antropólogo peruano-estadounidense) quien escribió varios libros relatando los modos y las metodologías con las que Don Juan lo instruyó para transformarlo (tal como le ocurrió a él mismo) en un “hombre de conocimiento”, un brujo y chamán.

     Una de las muchas sentencias célebres que recogió Castaneda de las enseñanzas de Don Juan a través de sus largos años de instrucción, es esta que describe las 3 categorías de seres humanos que existen en el mundo en relación con su personalidad y naturaleza.

     Carlos Castaneda, relata el diálogo que sostuvo con Don Juan después de la revelación de tales categorías. 
"...Don Juan, dijo de sí mismo, que él, decididamente, pertenecía a la segunda clase. Luego me pidió que yo me clasificara, y me puse nervioso. Don Juan, casi se caía de la risa.
Me instó de nuevo a que me clasificara, y de mala gana sugerí que podía ser una combinación de las tres categorías.
-¡No me vengas con combinaciones! - dijo, sin dejar de reír -. Somos seres simples; cada uno de nosotros pertenece a una de las tres. Y yo diría que tú definitivamente perteneces a la segunda clase. A los de esta categoría les llaman pedos.

     Empecé a gritar, protestando que su sistema de clasificación era denigrante. Pero me detuve justo en el momento en que iba a lanzar una larga diatriba. Comenté en cambio, que, si en verdad sólo había tres tipos de personalidades, todos estábamos atrapados de por vida en una de esas tres categorías, sin esperanzas de cambio ni de rendición.
Reconoció que ese era exactamente el caso, en cierta medida, pero que sí existía un camino de redención. Los brujos habían descubierto que sólo nuestra imagen de sí caía en una de esas categorías.

     "El problema con nosotros es que nos tomamos demasiado en serio – aseguró - Cualquiera que sea la categoría en que cae nuestra imagen de sí, sólo tiene significado en vista de nuestra importancia personal. Si no tuviéramos importancia personal no nos atañería en absoluto en qué categoría caemos".
"Yo siempre seré un pedo - continuó, riéndose de mí abiertamente -. Y tú, lo mismo. Pero ahora soy un pedo que no se toma en serio, mientras que tú todavía lo haces”.

Alguien, alguna vez, le preguntó a Castaneda si la pertenencia a una de estas categorías era una característica o una condición innata de nuestra personalidad.
"Nadie nace así, ¡nos hacemos así! Caemos en una u otra de esas clasificaciones por causa de algún incidente mínimo que nos marcó cuando niños, como puede ser la presión de nuestros padres u otros factores imponderables. A partir de ahí, y a medida que crecemos, nos vamos involucrando de tal modo en la defensa del yo, que llega un momento en que ya no recordamos el día en que dejamos de ser auténticos y comenzamos a actuar".

 

Categoría 1

Las personas de la primera categoría son los perfectos secretarios, ayudantes y acompañantes. Tienen una personalidad muy fluida, pero su fluidez no nutre. Sin embargo, son serviciales, cuidadosos, totalmente domésticos, e ingeniosos dentro de ciertos límites; chistosos, de muy buenos modales, simpáticos y delicados. En otras palabras, son la gente más agradable que existe, salvo por un enorme defecto: no pueden funcionar solos. Necesitan siempre que alguien los dirija. Con dirección, por dura o antagónica que pueda ser, son estupendos. Por sí mismos, perecen.

Categoría 2

La gente de la segunda categoría no tiene nada de agradable. Los de ese grupo son mezquinos, vengativos, envidiosos, celosos y egocéntricos. Hablan exclusivamente de sí mismos y habitualmente exigen que la gente se ajuste a sus normas. Siempre toman la iniciativa, aunque esto los haga sentir mal. Se sienten totalmente incómodos en cualquier situación y nunca están tranquilos. Son inseguros y jamás están contentos; cuanto más inseguros se sienten, más desagradable es su comportamiento. Su defecto fatal es que matarían con tal de estar al mando.

Categoría 3

En la tercera categoría están los que no son ni agradables ni antipáticos. No sirven a nadie, pero tampoco se imponen a nadie. Más bien, son indiferentes. Tienen una idea exaltada de sí mismos basada solamente en sus fantasías. Si son extraordinarios en algo es en la facultad de esperar a que las cosas sucedan. Por regla general esperan ser descubiertos y conquistados; tienen una estupenda facilidad para crear la ilusión de que se traen grandes cosas entre manos; cosas que siempre prometen sacar a relucir, pero nunca lo hacen, porque, en realidad, no tienen nada.


                              



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