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"Al lugar donde has sido Feliz no debieras tratar de Volver" (Sabina)

       

      Los nostálgicos, aquellos que viven presos en la creencia de que todo tiempo pasado fue mejor, se rebelan ante la pérdida de ciertos bienes sensibles del pasado reciente que con la llegada de la tecnología y la Internet, se fueron transformando en “pasos de carreta”, en capitales o recursos obsoletos, y todo por culpa de su fallida relación con las nuevas velocidades conque la vida se mueve en estos tiempos digitales adheridos a los bits, los megas, gigas y a otros términos que nuestras mentes comprenden de la misma forma que el cerebro masculino entiende a las mujeres. O sea ¡poco y nada!

      Estas añoranzas del pasado, se aferran, por ejemplo, a las cartas de puño y letra que años atrás se escribían con tanta dedicación y que muchas veces llevaban en sí, no sólo el mensaje de amor en los dichos impresos, primero con una pluma fuente y más tarde con un lápiz de pasta (que tenía la pésima costumbre de reventarse en los bolsillos), sino también llevaban adherida alguna gota de un perfume divino que nos llenaba el alma y el corazón de nostalgia y ansiedad; o quizás, un pétalo, una hoja, una flor o un mechón de su cabello. Las cartas, llevaban un tesoro que tenía que recorrer un largo camino antes de llegar a las manos del ser amado. Un tiempo que, a veces, se medía en semanas; cientos de horas de noches en vela con la imagen de sus ojos húmedos recorriendo las palabras, absorbiendo sus significados, saboreando cada frase mientra el corazón en llamas devoraba uno a uno los “te adoro”, “te extraño”, “te amo”...

      Lo de hoy son frases mínimas, verdaderos mensajes crípticos tapizados de interjecciones y emoticones que a veces transportan al amor a las alturas de un sentimiento sucedáneo, como si fuese una noche encantadora, sensual y llena de pasión...con un vibrador de goma reciclable. Sólo basta poner una de esas caritas amarillas babosas y con una sonrisa, para que un recado cargado de ironía pueda pasar por un mensaje buena onda.

      La mayoría de las oficinas de Correos de Chile en las provincias, son hoy un espacio mínimo, pobre y precario, con alguna señora despistada a cargo del boliche que nos pregunta varias veces el nombre del destinatario a la vez que busca y rebusca en el desorden de cartas y paquetes. 
Los emails han venido a desplazar a las cartas de papel tal como la comida chatarra a la comida casera. La nostalgia de las palabras de puño y letra son como la añoranza de los carruajes con el clap clap de las patas del caballo que, cuando vamos apurados y nos toca ir detrás de uno de ellos sin posibilidades de adelantarlo, lo primero que se nos viene a la mente es una interjección rabiosa (como un emoticón de color rojo) y una sentencia:
¿Y qué hace esta maldita antigüedad estorbando en la calle?






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