Con la llegada de Internet, el mundo se ha acostumbrado a convivir con lo estrafalario. La red es un caos de información que nos llena la cabeza de supuestos... de ideas lúcidas y falsas... de premisas engañosas, como si fueran remedios caseros para el cáncer... ¡Jajaja!
Laura, lo miró con ojos de adoración. Pensaba que Francisco
era un torbellino de ideas geniales, descabelladas, y también un tipo sensible
y amoroso que tenía el don del buen amigo, de aquel que siempre está dispuesto
a querer salvar al mundo, ayudar a las abuelitas que no pueden cruzar la
calle o a los perros callejeros que no tienen pan ni cobijo.
Sabes qué, Pancho, el mundo
es un caos desde que el Big Bang se hizo cargo de cagarla... y de poner la
primera semilla donde venía algún pariente lejano de un puto espermio con la
cara de Michael Jackson...
Jajaja... ¡Ay, Laurita!…tú
siempre tan extravagante... y descarada... Jajaja...
¿Descarada? No entiendo a
qué viene tamaña palabrota en esta discusión...
¡Epa! No te-me-le salgas de
contexto... Para que sepas, descarada, es igual a deslenguada... - la
apuntó con el dedo del medio levantado - ...
y tampoco te olvides que éste… es el dedo del corazón...
Jajaja... Eres un maldito
hipócrita, tramposo y chupasangre...
¡Guau...! ¿Y...yo soy todo
eso?... ¡Qué mezcolanza tan embriagadora!... ¡Jajaja...!
Le encantaba esa mujer. Si él hubiese sido un tipo al que le
gustara el sexo con mujeres, de seguro se habría enganchado con ella. Pero, lo
suyo era otra cosa. En realidad, no sabía demasiado bien las razones por las
que el sexo con genitales, flujos, espermios y otras cosas viscosas... se le
hacía un tema bizarro, medio grotesco...y hasta estrambótico. De hecho, se
sentía cínico y falso desahogando sus calenturas con otras personas a las que
tenía que decir cosas que en verdad no sentía.
No digo que tener un orgasmo
no sea rico – concluía, hablando consigo mismo
La primera vez que en verdad se divirtió con las sensaciones
deliciosas que le producía tocarse sus genitales fue después de una larga y
extraña conversación con su tía Bilonka. No sabía mucho de esa pariente suya ya
que era una sobrina de su abuela materna fallecida hacía ya 6 años. No la veía
casi nunca porque, entre otras cosas, vivía alejada y solitaria en una isla del
Sur a la que se podía acceder apenas durante ciertas épocas del año. De hecho,
Bilonka pasaba buena parte del otoño y todo el invierno asilada allí. De ella
se decían muchas cosas raras. Tenía fama de ser la pariente más excéntrica de
los Rosenstok, la línea polaca de la familia, y de la cual era la única
sobreviviente. También se decía que no tenía edad porque aparentaba 30 años y
debía tener, por lo menos, 50.
Francisco, creía que Bilonka no podía tener más de 35.
El placer del sexo no es un
acto entre un macho y una hembra o entre un hombre y una mujer o entre un perro
y una perra... ni una página del Kama Sutra... La génesis del sexo está en la
sobrevivencia de algunas especies dentro de los miles de millones de seres
vivos que habitan el cosmos y el microcosmos de este planeta... Sin embargo, el
placer del sexo está en tu cabeza y lo puedes manifestar de la forma en que
mejor se acomode a tus gustos... pero, te digo... siempre es una tontera
exagerar...
Francisco, permanecía mudo. Los pensamientos de su tía le
parecían revelaciones extraordinarias que muchas veces le costaba asimilar,
pero que en su fuero interno las recibía como las claves que le ayudaban a
aceptar sus propios deseos, aquellas ansias ardientes que le hacían dudar de su
moralidad.
Bilonka, lo animaba a no castigarse con sus “erróneas premisas provenientes de falsas enseñanzas atribuidas a falsas
escrituras, imaginariamente concebidas por falsos dioses...”.
Tú, no eres hijo de nadie...
tan sólo estás prestado en esta vida... - su tía le dio una larga chupada
al cigarrillo de hierbas que ella liaba con tanta gracia entre sus dedos largos
y refinados – Todos somos animales
iguales a cualquiera de los demás pero con la diferencia que nosotros no
sabemos nada del mundo que nos rodea... de la naturaleza que nos cobija ni de
aquella que nos lleva a trascender...
Francisco, sentía que de su tía emergían cosas mágicas, un
aura multicolor que a veces hasta lograba percibirla como una energía radiante
y positiva. Pero, también había otras ocasiones en que no sabía cómo
interpretarlas, pero que, extrañamente, le hacían sentir algo parecido a la incomodidad. Se
daba cuenta que lo suyo era como una mojigatería o un doble estándar, algo
parecido a la vergüenza que a veces le daba al mirarse al espejo después de haberse masturbado.
Francisco, creía tener el don de ver el aura de la gente,
pero eso era algo que no le gustaba compartir con los demás. Su tía se daba
cuenta de sus aprensiones con esa y con otras cosas. Muchos de los asuntos que
él conversaba con ella tenía que guardarlos para sí porque estaba seguro que a
su madre, especialmente, no le iban a gustar.
Eloísa Montillo Worztiek, se sentía un poco intimidada por su
prima Bilonka. Aunque, por otro lado, le gustaba esa especie de convicción y
sabiduría que ella expresaba cuando la conversación se ponía intrincada y
salían a flote aquellos aspectos de su vida que le había tocado experimentar desde
el día en que tuvo consciencia de que era una mujer y como si fueran parte de
algún libreto establecido. A partir de ese momento, le pareció que su
existencia se había empaquetado bajo el yugo de un manual de comportamiento que traía consigo las instrucciones de
todo lo que tenía que hacer y aceptar, desde su primera menstruación, hasta el
día de consumado su matrimonio, desde el momento en que tuvo que enterrar a su
marido y para luego continuar con una viudez bajo lo que se le antojaba como la estrecha vigilancia del ojo
avizor y el juicio implacable de la gente fisgona.
Doña Eloísa, renegaba silenciosamente de todo aquello. Sólo
con su prima podía explayarse en el relato de sus emociones y hacerle ver al
mundo y a sí misma, en voz alta, lo que para ella eran “la hipocresía del patriarcado familiar, la majadera brutalidad del
machismo, la falsedad y los artificios de la cultura, el pobre sentido común de
la gente, el boicot de las religiones o la insensatez global de la estructura
social humana, la mal llamada civilización...
Lo otro que le producía sensaciones encontradas era ese halo
de intimidad y complicidad que existía entre Francisco y su prima cuando los
observaba juntos embelesados y absortos. A veces, temía que la influencia de
ella fuera un paso demasiado adelantado en el camino de su hijo.
Bilonka, era una mujer que no temía representar la verdad con
todas sus letras y tampoco estaba para disfrazarla con frases de salón aún en
las situaciones más sensibles. La cruda realidad era algo que a doña Eloísa le
producía escalofríos. Ella, no estaba acostumbrada a poner las cartas sobre la
mesa así, de golpe y porrazo. Toda su vida fue una fiel y abnegada seguidora de
ciertas costumbres tradicionales como mujer y dueña de casa y, no por el hecho
de poder desahogar hasta cierto punto su rebeldía con su prima, aquello quería
decir que la intimidad de Bilonka con su hijo fuera algo que le diera
tranquilidad. Además, sus otros miedos estaban en todas esas locas costumbres
de su prima, en sus pitillos de hierbas extrañas que despedían olores exóticos,
en esos enormes volúmenes acerca del conocimiento esotérico y hermético, en su
predilección por hacer rituales de madrugada, al sol, a la luna o a otras
estrellas de nombres extraños que ni siquiera sería capaz de pronunciarlos o, incluso, el hecho mismo de que ella viviera sola y aislada en una isla casi perdida de los mapas, algo que le parecía propio de una mujer temeraria y salvaje.
Para doña Eloísa, Bilonka, era lo más parecido a una hechicera.
Laura, era una muchacha esplendorosa, llena de una energía
vibrante que se podía expandir muchos metros a su alrededor y que hacía que la
gente cerca suyo se diera vuelta a mirarla y otros se sintieran tentados de dirigirle
la palabra para decir cualquier cosa que los conectara con ella. Su magnetismo
era poderoso, pero al mismo tiempo, era diáfano, luminoso. Ella, tenía
conciencia de ese poder, pero siempre cruzaba los espacios de la calle tratando
de no despertar nada en nadie. Sin embargo, no sabía cómo hacer para pasar
desapercibida. De hecho, había optado por elegir fachas de tipo “incógnito” que
a la postre le parecieron ridículas y que no le produjeron ningún resultado.
Había algo en esta incapacidad de ser “invisible” que le generaban emociones
encontradas...
¿Cómo tan tonta que no puedo
encontrar una manera de pasar inadvertida? Francisco, se reía de sus aprensiones
Pero... ¿Para qué quieres
hacer tal cosa?... Millones de mujeres se morirían por tener ese magnetismo
tuyo...
Yo, no creo. En un
principio, a lo mejor. Pero, luego, tras sentirse observadas en todas partes...
no imagino que les vaya a gustar...
¿Sabes qué creo?... Pues,
que, mientras más consciente estás de tu capacidad de llamar la atención, más
esfuerzo haces... ... por expandir tu magnetismo...
Laura, lo quedó mirando con cara de interrogación. Sin
embargo, le pareció que había alguna lógica en esas palabras...
Mira, Laura, yo creo que a
ti te pasa lo que a muchos artistas, cantantes, actores y otros, que andan por
la calle y esperan verse reflejados en las miradas de la gente de la que
aparentan querer pasar desapercibidos...
No, yo creo que no. Eso que
tú dices tiene que ver con el ego...
Francisco, hizo un rictus lleno de malicia
Más allá de que tengas un
aura hermosa y limpiecita... ¿Acaso tú eres algún ángel alado...de esos que no
cargan un ego encima?...Jajaja
No, no soy ningún ángel...
¡baboso! - le dio un manotazo – Pero,
tampoco tengo ninguna intención de verme reflejada en la mirada de la gente ni
de llamar su atención de ninguna forma...Eso creo...
¡Absolutamente! - le hizo
un breve cariño en su barbilla – Hermosa,
no digo que tú...conscientemente, tengas
la más mínima intención de deslumbrar al mundo...Lo que digo es que aún no logras
desprenderte de aquella ansiedad que no te permite sustraerte de la gente que
está a tu alrededor... ¿O quizás...al
alcance de tu magnetismo?...
No está mal tu perorata,
pero...no sé. A lo mejor se da aquello que plantean algunos psiquiatras amantes
de lo hermético respecto de la energía del pensamiento – hizo un
gesto con las manos – Así, los
pensamientos nuestros salen de nuestra mente, cruzan el espacio y se adentran
en la mente de otra persona o directamente en su ánimo y, por consecuencia,
en su toma de decisiones...Y no hablo de telepatía...que es otra cosa...
Ahí tienes – exclamó
Francisco – lo que dices tiene que ver
con lo que te digo. Aquello que se cuece en nuestra mente, consciente o
inconscientemente, influye en el ánimo de otras personas...y es así como
llamamos su atención... - la señaló con el índice - Oye, yo creo que tú tienes que hablar con mi tía Bilonka....de seguro
ella te puede aclarar muchas cosas...Ella es una chamana, una bruja de esas que
te puede transformar en la chica más incógnita del mundo...Jajaja
Aquel viernes de Julio se presentó frío, gris y borrascoso.
La fina lluvia y un viento arremolinado amenazaban llevar al clima a
transformarse en una tormenta. La gente en las calles apuraba los trámites para
irse pronto a refugiar a sus casas.
Doña Eloísa, amasaba las sopaipillas
mientras la chancaca espesaba en la
olla. A través del cálido ambiente de la cocina emanaba el olorcillo de la
mezcla de las rodajas de naranja, el clavo de olor y la vainilla. Los
comensales se sobaban las manos pensando en las sopaipillas pasadas que en un rato llegarían a sus platos bien
dispuestos sobre el mantel de la robusta mesa del comedor, una pieza única de
ebanistería hecha a mano 80 años atrás, al igual que las pesadas, pero muy
cómodas sillas.
Bueno... ¿La tía viene o no
viene?
La doña miró a su hijo haciendo un mohín con su boca
Y yo no sé...ya sabes que tu
tía es un tiro al aire – inmediatamente se arrepintió de sus dichos temiendo
que Francisco lo pudiese tomar a mal - …Es
decir...con ella nunca se sabe...
Laura, estaba fascinada con la mesa del comedor
¡Qué linda que es...y las
sillas son preciosas!
Ahá...las trajo mi abuelo de
Hungría – doña Eloísa hizo un gesto con la mano - ¡Imagínate...mi abuelo!... ¡Ufff...te estoy
hablando de unos 70 años atrás...!
¡Pero, madre!...tú eras
apenas una adolescente por aquellos años...
Laura, no se atrevió a reír en voz alta. Pero, inmediatamente
después se unió al coro de las carcajadas de Francisco y su madre...
¡Qué hijo tan grosero! - le
mostró la paleta de madera conque revolvía la chancaca - ... ¡Con esta te voy a dar por patán y maleducado...!
En ese instante, sonó el timbre de la puerta de calle
Bilonka, hizo su entrada en la sala. Era una mujer de mediana
estatura, delgada, de atractiva cabellera negra y ondulada que caía hasta sus
hombros. Su rostro alargado de tez muy pálida, boca de labios voluminosos,
nariz recta y un par de ojos grandes y negros enmarcados por unas cejas largas
y curvas, le daban un aspecto de mujer misteriosa y carismática.
Laura, sintió algo intenso, una sensación casi eléctrica que
no supo definir cuando Bilonka posó sus ojos en los suyos. Fue una velada
mayoritariamente cálida y divertida que, tras disfrutar de las sopaipillas, les
llevó a una especie de torneo de “Pasa-palabra”.
Bilonka con Eloísa versus Francisco con Laura, y el juego
arrancó con doña Eloísa a cargo del diccionario enciclopédico y de la primera
pregunta
Con la letra P: pieza que
reemplaza a un miembro
¿A un miembro...?..¿A un
miembro de qué? - exclamó Francisco con cara de risa
No sé yo... - doña
Eloísa levantó sus manos con las palmas extendidas -...usted dedúzcalo, señor...el tiempo está corriendo...
¿A un miembro del Parlamento
británico…? - dijo Francisco y todos rieron Bueno...señor chistoso...el tiempo se acaba...tic-tac-tic-tac... -
el dedo índice de doña Eloísa marcaba el ritmo sobre la mesa
¡Prótesis! - exclamó
Laura alzando la mano
Bien...muy bien,
querida...Un punto para el equipo A - exclamó la doña haciendo una
cruz en el papel
¡Vaya, qué chica tan
enterada! - dijo Francisco sonriente
Laura, se sentía cohibida frente a la mirada de Bilonka que
parecía imponer un magnetismo sobre ella que no podía descifrar si la
incomodaba o le causaba placer.
Con la letra F: Sistema de
venta de productos de una firma comercial en una tienda de otro propietario
Bilonka y doña Eloísa se quedaron mirando entre ellas con una
divertida expresión de exagerada sorpresa con sus bocas abiertas de par en par.
¿Qué?... ¿Qué clase de
pregunta es esa?... - exclamó Bilonka
Una pregunta para gente muy
inteligente, mi querida contrincante – Francisco, reía de buenas ganas
¿Sistema de venta de
productos qué? - doña Eloísa tenía la malicia y la sospecha pintadas en la
cara
...¡Ay, madre
querida!...Sólo porque te quiero y me caes bien, te voy a repetir...Sistema de
venta de productos de una firma co...
¡Franquicia! - irrumpió
Bilonka con una sonrisa triunfal - ¡Claro
que es!
¡Bravo, tía...!
¡Excelente!...Punto para las desconfiadas e incrédulas del equipo B...Jajaja
Laura, aplaudía con el rostro encendido y una extraña
excitación acompañada de un hormigueo que le recorría todo su cuerpo. La mirada
intensa de Bilonka le hizo sentir que aquella mujer entendía perfectamente lo
que le ocurría. Haciendo un esfuerzo pudo desprenderse de aquellos ojos que
parecían dominarla, que le restaban las fuerzas y que la sumían en una
incertidumbre entre inquietante y arrebatadora...
Para su tranquilidad, nadie pareció darse cuenta de su
turbación. Después del juego y cuando ya se había hecho de noche, la tertulia
se trasladó a la sala de estar.
Las copas de vino se alzaron en un brindis cuando doña Eloísa
dedicó aquel gesto a su prima Bilonka
Siempre nos alegra verte,
prima, aunque tú insistas en desaparecer...Así que este brindis va por ti...y
por ti también Laura...
Bilonka, agradeció con una enigmática sonrisa al tiempo que
alzó su copa levemente
Gracias por la
invitación...y las sopaipillas – exclamó Laura
Al despedirse, Laura, por alguna razón que no supo
comprender, le insistió a Francisco que no era necesario que la fuera a dejar.
En su mente surgían imágenes confusas y le parecía que su cuerpo y
especialmente su piel, estaban llenos de sensaciones eléctricas, como si fuesen
vibraciones. Sintió que estaba sumida en una excitación que no provenía de sí
misma. Se asustó, pero cuando repentinamente Bilonka la tomó del brazo, todo
pareció ordenarse de inmediato y no tuvo la menor duda que debía irse con ella.
Recostó su cabeza en el respaldo del asiento del coche y en un instante, su
mente entró en un modo de absoluto silencio y percibió algo sorprendente, como
si de pronto se hubiese abierto un espacio infinito y un universo de estrellas
la rodeara por completo. Le pareció que estaba flotando y, sin embargo, no
tenía ninguna sensación física de estarlo. Más bien, sintió que estaba
suspendida en un líquido vibrante, cálido y amistoso...
¿Vibrante, cálido y
amistoso?
Su mente luchaba por definir sus propios conceptos y, sin embargo
no podía retener sus pensamientos. Todos sus razonamientos se diluían apenas
empezaba a conceptuarlos.
Le pareció que ahora se desplazaba flotando libremente por un
espacio infinito y como si algo la jalara desde alguna parte y la llevara a un
lugar determinado. Presentía ese lugar. Podía sentir en todo su cuerpo la
cercanía del punto de su destino. Su cuerpo ansiaba ese destino. En medio de
una bizarra perspectiva, estrellas a millones de años luz de distancia parecían
ir quedando atrás y podía observar como sus brillantes colores cambiaban en la
medida que “avanzaban” y se perdían en su horizonte visual. Su mente porfiaba
en la comprensión de sus sensaciones y entonces, un mínimo espacio cognoscitivo
le dijo que todo era un sueño.
Cuando abrió los ojos y recobró la consciencia, se vio a sí misma recostada en UN sofá en frente de la chimenea encendida.
No te asustes. Todo tiene
una explicación
Bilonka, apareció a su lado con una humeante taza de algún
brebaje, y aunque no supo qué era, apuró un sorbo que le pareció aromático y
delicioso. Laura, se sentía extrañamente cómoda y relajada. De pronto, se
percató que al interior de su cabeza había un ruido, una especie de silbido, un
sonido parecido al escape de un gas.
Bilonka interrumpió sus pensamientos
Ese ruido que sientes es un
ajuste de consciencia. Se quitará luego que se restablezca tu presión auditiva
y se termine de expandir tu percepción
A Laura, le pareció lógico y natural. Tanto así que en su interior
se reavivó ese sueño recurrente suyo del rayo cósmico que produciría el cambio
de consciencia en toda la humanidad y que haría de la Tierra el paraíso que
siempre supo que alguna vez existió millones de años atrás.
Sin embargo, la emoción de aquel sueño se diluyó por completo
cuando su mente la transportó a la lucha por la vida de todas las especies
sobre la Tierra y en todo el Universo imaginable...Vio a un tigre saltando
sobre una gacela y despedazándole la garganta de un mordisco feroz. Vio a un virus
mortal expandiendo un tumor enorme y repulsivo. Vio a un violador mutilando la
carne y asfixiando la vida de una niña. Vio desfilar a miles de hombres-niños
matándose unos a otros en una guerra sin sentido...
Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras el ruido se
hacía cada vez más intermitente al interior de su cabeza. De pronto, el sonido
cesó y se volvió luz. Una ola de calor la cubrió por completo hasta hacerle
sentir el abrazo más amoroso que había experimentado nunca en la vida. Fue como
una revelación, como si se hubiese conectado con el sentido mismo de la vida,
con aquella emoción perfecta que tiene la intensidad de la felicidad y que no
se puede explicar sino solo percibir y disfrutar sin ego, ni presente...ni
pasado...ni futuro...
La estrategia de la vida no
puede explicarse desde la perspectiva del pensamiento humano, Laura
La voz de Bilonka era el sonido de la música
La vida es un caos perfecto
Su propia voz resonó en su cabeza con aquellas palabras que
surgieron espontáneamente de alguna parte de sí misma.
De pronto, y frente a sus ojos cerrados, se abrió el maravilloso escenario de un paisaje inconcebible en el que todas las maravillas de la naturaleza y todas las formas de vida de todo el Universo estaban presentes. La armonía era perfecta. Su cuerpo ardía de placer...
Bilonka, observó el cuerpo desnudo de Laura sobre el diván y pensó que era la mujer más deliciosa que había conseguido nunca en su vida. Ni Sofía, ni Julieta, ni siquiera la gloriosa Isabella tenían un cuerpo tan adorable, con esa quietud prodigiosa y aquella piel suave y olorosa. Tenía ganas de besarla, de hundir su boca en aquella entrepierna exquisita que tenía un pubis que le pareció divino. Sus manos morían por recorrerla por completo. La excitación le hacía sentirse casi sofocada. Al mordisquear sus pezones vio con deleite cómo estos se ponían duros.
Entonces, la levantó del diván como si fuese una pluma y luego
en el dormitorio la depositó sobre su cama amplia y mullida. La contempló con
ardiente deleite hasta sacarse la última prenda de ropa y quedar
completamente desnuda.
Laura, se sentía cansada, como adolorida y con extrañas
sensaciones en varias partes del cuerpo. Especialmente en las zonas genitales,
en el ano y en los pezones. No se atrevió a contarle nada a su madre en el
teléfono ni tampoco a Francisco. En su cabeza se intercalaban imágenes de sí
misma teniendo sexo, con otras en las que aparecía la tía de Francisco
hablándole cosas sensuales en su oído.
No tenía memoria de cómo había llegado a su departamento.
Recordó haber tomado un par de copas de vino, pero nada más.
Entonces, se le ocurrió que se había masturbado. Pero, no
pudo imaginar que ella lo hubiese hecho con alguna locura suficiente como para
sentirse adolorida.
No, yo no hago esas
cosas...No, no creo... ¿O sí?
Estaba completamente confundida. En la ducha, y mientras se
lavaba con sus manos, tuvo desconcertantes sensaciones de ardor, irritación y
placer, acompañadas de imágenes surrealistas, pasionales y eróticas. Quiso
dejarse ir, pero una especie de advertencia moral, un aviso o algo parecido a un
auto castigo, le apagaron la llama que pugnaba por excitarla y encenderse en su
piel
¿Qué diablos me está
pasando? - tuvo que hacer un esfuerzo para cerrar la llave del agua y
salirse de la ducha. Oleadas de ansias de placer la empujaban a querer tocarse.
Se apresuró en vestirse.
El mesero, esperó que Laura saludara con un beso a Francisco,
dejara su bolso en el respaldo de la silla y luego se sentara
¿Qué va a tomar?
Un cappuccino, por favor
Francisco – sentado delante suya la miró con ojos de interrogación
¿Y a dónde fuiste anoche con
mi tía?... Te llamé un par de veces y nada.
Laura no sabía que decirle.
¿A qué hora me llamaste?
Como a la media hora que te
fuiste. O sea, como a las 9 con 40 – exclamó Francisco – Y te llamé nuevamente unos 20 minutos
después...
¿Me viste salir entonada de
tu casa?
No, para nada. Solo me
pareció raro que te fueras con mi tía y no conmigo
No sé que fue... - Laura
sentía que su mente hacía esfuerzos febriles por recordar – Y tampoco recuerdo en detalle haberme ido
con ella...y menos si fuimos a alguna otra parte... ¡Qué loco!... ¿No crees?
En su cerebro, las imágenes también traían el rostro
anhelante de Bilonka que le hablaba de cosas que la hacían sentir sensaciones
entre placenteras y perturbadoras
¡Vaya, eso sí es raro! -
Francisco, la tomó de la barbilla para observar su rostro en detalle
Laura, se sintió incómoda. Con un súbito movimiento de cabeza
se desprendió de su mano
No seas tonto... ¿Qué estás
mirando?...No pasa nada. Solo estoy muy confundida con lo que me pasó anoche...
Pero... ¡Qué boba eres!...
¿Por qué no la llamas y le preguntas?
Su intuición le mandó una señal de alerta que le hizo sentir
que aquello no era una buena idea
¿A quién? - prefirió
hacerse la desentendida
¿A quién va a ser?... A mi tía
Bilonka... ¿A quién más?
No...¿Para qué?...Capaz que
crea que estoy loca...
Laurita, tú eres una mujer
hermosa y encantadora. No tienes nada de loca...Es decir...- se puso
el índice en la sien - Quién no tiene
algo de loco aquí adentro...me pregunto...
Laura, quiso reír, pero no tenía suficiente energía para eso.
Se daba cuenta que no veía en Francisco a alguien que pudiera ayudarla a
entender o a descubrir qué pasaba con ella
Francisco... ¿Qué tanto
sabes tú de tu tía Bilonka?
Se sorprendió con la pregunta, sobretodo porque el rostro de
Laura reflejaba una verdadera aflicción, casi como si estuviera asustada
¡Vaya!... ¿Y a qué se debe
esa pregunta?
Laura, se dio cuenta que había sido imprudente. Cuando quiso
analizar lo que quería preguntarle, sus ansias hicieron que otras palabras se
escaparan por su boca. Sintió que ahora no tenía escapatoria
Bueno...estoy muy confundida – quiso
mostrarse lo más serena posible, pero su corazón bombeaba con fuerza - ...Francisco...no entiendo cómo diablos
llegué a mi casa...No entiendo por qué tengo algunos moretones en mis pechos...
- empezaba a perder la compostura - ...No
entiendo por qué tengo estas sensaciones físicas...extraños
ardores...irritaciones... ¿Qué pasó?... ¿Cómo fue?...
Francisco, estaba perplejo.
Pero... ¿Qué dices?.. No
entiendo nada... ¿Cómo va a ser que no recuerdes nada si me estás diciendo que
tienes moretones, ardores...? - de pronto, sus ojos se abrieron
con una marcada expresión de asombro - ¿Acaso
crees que mi tía Bilonka tiene algo que ver en eso?...
En los ojos de Laura asomaban las lágrimas
No sé...no sé qué pensar... - se cubrió
el rostro con sus manos
Francisco, rápidamente fue a su lado, la abrazó y le hizo
cariño en su cabeza
Laura...tranquila. No
conozco tanto a mi tía como para decirte que estás alucinando con ideas
estrafalarias...Pero, se me hace increíble imaginar...bueno, ni siquiera sé qué imaginar...
Se quedaron en silencio por largos segundos. Ambos,
rebuscaban en sus mentes y no encontraban ni las ideas ni las palabras.
Francisco, regresó a su silla. Mientras observaba a Laura con
el rostro entre sus manos, su mente se llenó de imágenes de su tía Bilonka
Finalmente, Laura, se quitó las manos de su cara, alzó su
cabeza y clavó su mirada en la de Francisco. Había cólera en sus ojos y un
temblor en su boca cuando habló
Creo...que tu tía abusó de
mí
Francisco, se quedó petrificado. Su semblante estaba marcado
por la perplejidad y el agobio
Pero, Laura...lo que dices
es terrible...Me dejas helado...
Ella, concentró toda su atención en la expresión del rostro
de Francisco. Por su mente cruzaron pensamientos oscuros que le decían que ahí
había algo que no cuadraba. Sacudió su cabeza tratando de borrar esas
sensaciones. Le pareció una absoluta locura sospechar cualquier cosa de Francisco
¿Qué sucede?...Dime algo,
Laura...
Es que ya no sé qué creer o
qué imaginar... - se aferró con sus manos a las de Francisco sobre la
mesa – Te juro que tengo miedo de este
presentimiento...- había angustia en sus ojos - Es que no sé qué otra cosa puedo suponer...
Francisco, tomó ambas manos entre las suyas y las besó
Amiga mía...tú sabes que te
quiero...y mucho. No voy a permitir que nada ni nadie te haga daño – sus ojos
fijos en los de ella denotaban tanta fiereza como decisión - No me importa si es mi tía o quien sea. Solo
te pido que no pierdas la calma y que analicemos juntos todas las
opciones...que examinemos todos los detalles...
Laura, pensó que era una estúpida. Las palabras de Francisco
fueron un bálsamo para su consternación
Para empezar, necesito que
recuerdes todo lo que pasó desde el momento en...
El celular de Francisco emitió su canción favorita, “Brick in
the Wall”, anunciando una llamada. En la pantalla apareció el nombre de Bilonka
Le hizo un gesto a Laura para indicarle que iba a tomar la
llamada. Dudó si contarle que era Bilonka, pero entonces decidió hacer primero
algunas averiguaciones con su tía...
¿Hola?... Fran... ¿Cómo estás?
Bien... ¿Y tú qué me
cuentas?
Pues, nada...solo quería
saber en qué andas y cómo va todo...Estoy un poco descolocada en esta ciudad
tan bulliciosa...
Sí, claro…lo entiendo
perfectamente... ¿Y qué planes tienes?
Pues, nada en especial. Creo
que voy a leer y estudiar algunas cosas
Buen proyecto para olvidarse
del caos y alejarse del smog de la calle...
¡Sí...qué feo que está el
aire!...Creo que hasta me arden un poco los ojos...
La falta de costumbre,
seguramente...
Claro que sí...Bueno, Fran,
espero verte antes de irme este jueves...
Obviamente...nos hablamos
mañana si quieres para ponernos de acuerdo
Súper... Ah, te quería
preguntar si has sabido algo de tu amiga que fui a dejar ayer...Laura
Francisco sintió una puntada en la boca de su estómago
No, no he sabido nada...
¿Por qué...pasó algo?
No...No... Es que me pidió
que la llevara a un lugar en Bellavista y me pareció que el barrio no era de lo
más seguro... Por más que le advertí que podía ser peligroso que anduviera sola
a esas horas y en esa calle...ella, me insistió en que todo estaba bien...
¡Vaya...eso sí que es raro!,
porque, no es de andar en cosas como esas...
Es lo que pensé...Pero, ella
me dijo que iba a la casa de una amiga...Sin embargo, cuando partí, la observé
por el retrovisor y no se movió de la calle. Incluso, al doblar en la siguiente
cuadra alcancé a percatarme que ella seguía allí...
Francisco, tomó la mano de Laura sobre la mesa y le hizo una
seña de mantenerse en silencio
¿Y Laura no te dijo cómo se
llamaba su amiga, tía?
El semblante de Laura se llenó de tensión
No, Fran...no me dijo
nada... – se quedó brevemente en silencio – Y bueno...tú sabes...recién la vengo conociendo...
Ahá...Mira, tía, la voy a
tratar de ubicar y si quieres te llamo más tarde para contarte cómo está y cómo
le fue...o lo que sea... ¿Qué te parece?
Bueno...si tú quieres...Yo,
no más quería saber...Tú sabes...las mujeres somos un poco aprensivas para
estas cosas...Ella, me parece una muchacha muy delicada...no sé...no me cuadra
que quisiera quedarse sola en un lugar como ese... - cambió
el tono de su voz para preguntar - ¿Ella...fuma
alguna cosa o...toma algo...?
No, tía... ¡Para
nada!...Laura, es una chica muy sana – dijo con voz categórica
Laura, estaba atónita por las expresiones de Francisco
Ahá...bueno...ayer en el
auto no se veía tan bien compuesta... - de pronto, había tensión en el
tono de su voz -... A lo mejor no la
conoces tan bien como crees...
¡Epa, tía...parece que te
estás imaginando demasiadas cosas! - exclamó con vehemencia - ¡Sé quién es Laura...la conozco...ella, no
tiene dobleces ni tampoco se mete drogas de ningún tipo!
Laura, le apretó el brazo y Francisco le hizo un ademán para
tranquilizarla
Bilonka, insistió
¡Ay, Fran...No seas
niño!...Ninguna mujer como me dices que es ella se quiere quedar en la mitad de
la calle y de la noche si no tiene un plan y no sabe muy bien lo que quiere
hacer...
¿Perdón?...Tía, me
sorprendes...Lo que dices no tiene sentido...
Bueno, Fran... ¿Sabes qué...?...Pues,
nada...mejor me olvido de tu amiga y espero que todo esté muy bien...
¿Acaso no debería
estarlo?...o... ¿Qué crees tú que ha pasado con ella?
¡Qué sé yo...no tengo
idea!...Mi llamado es solo de cortesía...Es tu amiga y...bueno...me preocupé por ella...Eso es todo...
Ok, tía...se agradece tu
preocupación...Si sé algo, te cuento...- Francisco estaba ansioso por
cortar
Muy bien...adiós – dijo
ella, simplemente, y se desconectó
Laura, estaba perpleja y desconcertada. Había podido
interpretar la conversación telefónica y creía que la famosa Bilonka no era
sino una perra rabiosa, una pervertida...una mujer falsa y cínica...
Se quedó de una pieza después que Francisco le contó los
detalles de la conversación
Pero...no entiendo cómo
puedes tú estar tan equivocado con esa tipa horrenda... ¡Es un monstruo!
Francisco, estaba anonadado. No sabía qué pensar de todo
ello, pero a la vez, tenía la certeza que su tía estaba tramando alguna cosa y
que efectivamente parecía haberle hecho algo a Laura...
¡Te juro! que no lo puedo
entender, Laura...Siempre he creído que mi tía es una persona genial... - se
tomó la cabeza con ambas manos - ¡No es real!...Es
como si de la nada mi ángel se convirtiera en demonio... ¡No sé qué pensar!...
En ese momento apareció el mesero con los cafés.
Laura, lo miró con expresión de desconcierto
Oye, pero si estos cafés los
pedimos... ¡hace un mes!...
Perdón...es que se nos echó
a perder la máquina...disculpen...- juntó sus manos en señal de pedir
perdón y se retiró raudamente
Aquello inesperado les sirvió para salir momentáneamente de
la tensión y el asombro que los embargaba. Se miraron varias veces mientras
bebían sus cafés con sus mentes sumidas en un torbellino de imágenes y
alterados pensamientos
¡Hija de puta! -
Francisco, se sentía casi humillado imaginando que Bilonka le había tomado el
pelo desde el día en que la conoció. Pensó en su madre y hasta sintió vergüenza.
Laura, tenía sensaciones contradictorias en su cuerpo, un
conflicto de emociones y sombríos pensamientos. La certeza que ahora tenía
sobre Bilonka había abierto la llama de su memoria. De forma cada vez más
nítida y perceptible, aparecían en su mente vislumbres de aquel episodio
brutal, de aquella experiencia salvaje que le había hecho vivir sensaciones
increíbles que no podía imaginarlas a cabalidad, pero que su cuerpo insistía en
recordarlas...y revivirlas. Sintió miedo de sí misma. Se dio cuenta que evocar
la imagen de Bilonka le despertaba su lado erótico. Y por más que su mente le
decía que aquello era inaceptable, también presentía la debilidad de su fuerza
moral. Su lucha interna no la podía ganar. Bilonka, no era su monstruo sino la
imagen perfecta y deliciosa de sus ansias liberadas, de esa pasión suya que no
sabía hasta dónde podía llevarla, pero que la presentía como una gata en celo,
una bestia voraz y salvaje...
Sus pensamientos eran un caos. En un segundo creía entenderlo
todo y en el siguiente se contradecía absolutamente.
Cuando Francisco le tomó del brazo, dio un respingo. Imaginó
que él se había dado cuenta de todo
¿En qué piensas?...Te veía
tan ensimismada que no quise interrumpirte... Laura, sonrió tímidamente
¡Vaya!, creí que llevaba
horas pensando... - suspiró - ... ¿Sabes
qué, Francisco?...no sé si odiar a tu tía...o simplemente, ¡mandarla a la
mierda!...
Francisco, estaba asombrado. Creyó que Laura le iba a pedir
que la acompañara a la policía o algo por el estilo. No supo cómo interpretar
su comentario
No te entiendo...
Mira, si te soy franca, no
tengo ninguna prueba de lo que creo que pasó...No veo cómo puedo acusar a tu tía
de algo que no sé qué fue en realidad... ¿Me entiendes?
Podemos ir a una clínica
para que te hagan exámenes...
Laura, se tomó la cabeza
¡Ay, no!...¡No!...Me muero
de vergüenza que me revisen...¡Es espantoso!
Pero, Laura... ¿Te vas a
quedar con la duda sobre lo que te pasó?... ¿En serio?... Yo, creo que sí o sí
deberías hacerte los exámenes...
Laura, le apretó el brazo con fuerza
¡No, Francisco...no quiero! - en su
rostro había una mezcla entre súplica y temor – No tengo fuerzas para pasar por eso... ¡Es humillante!...
Bueno, Laura, tú sabrás lo
que haces...- la apuntó con su índice -
Pero, te digo que ¡haces mal!
Laura, guardó silencio.
¿Y qué haremos con
Bilonka?...- dijo Francisco, al tiempo que hizo un gesto de fastidio -... ¡Ufff, no sabes la rabia que me da
pensar en ella! ¿Qué diría mi pobre madre si supiera...?
Laura, intentó ser lo más convincente posible
¡Sí, pobrecita! Pero... ¿Te
puedo pedir algo?... - no esperó respuesta - ¡No hagamos nada!... ¡Nada!... Necesito tiempo para recordar con
claridad qué fue lo que pasó...Quizás puedo llegar a descubrir la verdad de lo
que sea que haya ocurrido... ¡Por favor!...
Francisco puso cara de resignación
Laura...me rindo a lo que
quieras hacer, aunque no esté de acuerdo. Tómate tu tiempo para pensarlo...pero
¡no demasiado!...Esto, no es algo que puedas tomar a la ligera...
Se despidieron con un abrazo lleno de emoción.
Laura, estaba ansiosa por quedarse sola, mientras Francisco
elucubraba la manera de contarle a su madre todo el asunto. Temía que esto
trajera un terremoto familiar parecido al que había ocurrido la vez que
metieron preso al tío Braulio por ofensas a la moral cuando fue sorprendido
desnudo, en estado de ebriedad y con una chica menor de edad haciéndole sexo
oral en su automóvil en el estacionamiento del centro comercial, a dos cuadras
de su casa.
Pensó que lo mejor era esperar a lo que resolviera Laura
Esta familia está llena de
enfermos mentales – se dijo, mientras avanzaba por la pista lenta de la
autopista en dirección a su casa - ¡Pervertidos
de mierda! - exclamó con rabia y pisó el acelerador
Bilonka, se reprochó que el plan no había salido bien con su
sobrino. Se maldijo por haberlo llamado. Se dio cuenta que aquello fue una mala
idea.
¡Fui una tonta!
Miró hacia la calle desde el balcón. El ajetreo de la gente
caminando de prisa y el caos de los autos haciendo sonar sus bocinas, le
hicieron añorar el verde de las praderas, los tupidos bosques de cipreses,
robles, alerces y la magnífica estampa de las araucarias que conformaban el
paisaje de su nido en la “profunda inmensidad” de su isla silenciosa.
Odió su debilidad.
Tenía ganas de escupir la imagen de sí misma que veía
reflejada en el ventanal del balcón. Muchas veces, sufría lo indecible por
sentirse viciosa y pervertida. Otras, luchaba en contra de tales sentimientos y
se escudaba en sus flaquezas y debilidades. Se auto convencía que lo suyo era culpa
de un error de la naturaleza; que en su “estúpido
ADN” venían las fallas y carencias que le hacían perder los sentidos con el
sexo...o con ese fuego erótico que la transformaba en una mujer temeraria e
insaciable...
¡Es que es inevitable...no
puedo detenerlo!
La isla era su refugio. El único lugar del planeta en donde
podía mantener a raya su adicción a buscar mujeres. Su sangre hervía de pasión
ante la imagen de alguna chica preciosa, divina, inerme y desnuda...como si
estuviera dormida, quieta, feliz...como si estuviera esperando, con total
entrega, el momento en que ella le lavara todo su cuerpo minuciosamente, de
pies a cabeza, cada tramo de su piel, cada rincón delicioso... Cuando imaginaba
todas esas cosas, se sofocaba de un ardor que la dejaba sin aire y que la hacía
temblar entera.
Muchas veces, pensó en acabar con su vida.
Sin embargo, una experiencia ocurrida en uno de sus
arrebatos, le hizo cambiar su forma de pensar. Aquella vez, la chica resultó
ser casi inmune a la droga, y ocurrió que en medio de su lascivo frenesí, ésta
despertó mientras Bilonka jugaba con su vagina. En vez de un grito, lo que
llegó a sus oídos fue el agitado sonido de una respiración entrecortada. Cuando
giró su cabeza para mirar hacia el rostro de la chica en la penumbra, se topó
con un par de ojos brillantes y una boca entreabierta por donde escapaban
gemidos de placer...
Isabella, se volvió su compinche sexual. Pero, a no mucho
andar, todo se transformó en un tedio insufrible para Bilonka. La chica se
enamoró y ella no podía soportar ese sentimiento que le parecía viscoso y
cargante. No había lujuria en un sexo consentido en el que Isabella tomaba la
iniciativa queriendo hacer “cosas” que le resultaban hasta repugnantes. Tampoco
lograba que Isabela se quedara quieta y se dejara hacer...
Lo que simplificó romper con ella fue que se las arregló para
nunca llevarla a la isla ni tampoco contarle donde vivía en realidad. Así que,
simplemente, le dijo adiós y se esfumó.
Lo que sacó en limpio de aquella experiencia fue su creencia
en que, después de todo, las mujeres disfrutarían lo que ella les hiciera
aunque estuviesen dormidas. Se convenció de que ella tenía la habilidad de
hacerlas vivir el placer aún en la inconciencia. Y eso, la excitaba hasta lo
indecible...
Cuando contempló la pantalla de su celular, vio un número
desconocido. Dudó en contestar la llamada. Sin embargo, se dejó llevar por un
impulso. Pudo oír algo, una vibración, algo que imaginó como el ruidoso silencio de alguien
que no se atreve a hablar.
Laura, estaba a punto de cortar, pero la voz de Bilonka puso
a su corazón a bombear locamente en su pecho.
